No sé si algunos o algunas habreis oido estas dos palabras: Epigenética y Psiconeuroinmunología (¡Uf! que larga) pero ¿sabéis lo que quieren decir y qué representan en nuestra vida y en nuestro futuro?
Pues bien, este artículo y el siguiente tratarán de explicaros sencillamente cómo estas dos nuevas disciplinas científicas puden cambiar los paradigmas de la medicina alopática que nos aplican las autoridades sanitarias.
El término “Epigenética” significa más o menos “sobre la genética” y estudia todo aquello que afecta a nuestro código genético, sobre todo a partir del descubrimiento que reveló algo sensacional, que el ADN se modifica en función de las informaciones que recibe de nuestro sistema nervioso, de nuestras emociones, de nuestros comportamientos, de nuestros pensamientos, de nuestras creencias y de nuestra nutrición, como consecuencia produce el “fenotipo”.
El “fenotipo” es el resultado de la “expresión” de nuestro ADN, es decir de nuestro aspecto físico, de tener una nariz aguileña o respingona, de tener orejas grandes o pequeñas, de tener los ojos azules o marrones, de ser altos o bajas, en fin de cómo es nuestro cuerpo, nuestro organismo. Pero ¿quien es el responsable de nuestra forma de ser, de nuestra personalidad?
Existen varios factores que configuran el cómo somos intelectual y emocionalmente. El primero de ellos es la herencia genética de nuestra madre y padre. Esta herencia nos influye en casi un 50 % de nuestra manera de ser, pero ¿y el resto? pues depende de los siguientes factores: El aprendizaje que hacemos en la niñez, sobre todo antes de los siete años. La cultura en la que hemos nacido ( no es lo mismo una persona nacida en Pakistán que en Francia o España) La forma en la que interpretamos y sentimos las emociones, la manera de pensar, los hábitos y conductas, la educación que recibimos de padres y docentes, las amistades, la experiencia laboral y el tiempo histórico que nos ha tocado vivir con todas su influencias mediáticas y tecnológicas.
Es decir, tenemos una personalidad multifactorial que está mediada por la sensibilidad y funcionamiento de nuestro sistema nervioso, que nos informa de las percepciones internas y externas. Como podemos ver, la mayor parte de lo que creemos ser nos ha llegado del exterior, de padres, maestros, profesores, círculo de amistades, sociedad, tradiciones, costumbres y creencias colectivas, inlcuso de lo que comemos.
Y todo ello construye señales que llegan hasta el ADN de nuestras células informándolo de lo que ocurre a nuestro alrededor y en nuestro organismo, y el ADN aprende, valora, compara y decide si debe cambiar su formación de proteinas para sobrevivir.
Este extraordinario proceso lo descubrió en 1988 el genetista John Cairns y tiene una gran cantidad de consecuencias cintíficas extraordinarias.
Sigue en el próximo artículo. ¡No os lo perdais!